En el año 2007 fui a dar un taller de clown hospitalario a un grupo de Tucumán (Argentina) y tuve la suerte de conocer a una mujer excepcional. Su nombre es Leonor Cruz (La Leo) y había creado un proyecto que se llamaba Crecer Juntos en un barrio periférico de la ciudad donde la delincuencia y el pandillaje eran tan fuertes que daba miedo mandar a los niños al colegio. Leo era una vecina con la fuerza suficiente como para organizar a 60 mujeres del barrio en un esfuerzo por educar a sus hijos y los hijos de todas. Ellas lograron dar educación y alimentación a los niños del barrio en sus casas. Cada día había clase en una casa distinta y cada vecina se preparaba para recibirlos, enseñarles y darles de comer a todos.

La Leo me llevó a la casa en donde se daban las clases ese día, en la sala habían carpetitas, una pizarra, materiales educativos, unas mamás enseñaban, otras cocinaban y entre todas se cuidaban. Tal fue la unión que se desarrolló entre ellas que cuando en las noches se escuchaban los gritos de alguna tratando de defenderse de un marido borracho, salían todas como fieras a la calle y empezaban a golpear sus ollas. «Te metes con una, te metes con todas» me decía la Leo con seguridad, sin titubear, con los ojos encendidos. Ellas eran una y los hombres se fueron dando cuenta que ya no sería tan fácil abusar y seguir como si nada.