Bolaroja cierra oficialmente sus actividades hoy 27 de diciembre del 2016. Fueron quince años de dulce trabajo, de riesgo apasionado, de estudio, de descubrir el poder de nuestra fragilidad, de caerse, pararse, caerse, pararse, de defender la alegría.
Miles de alumnos pasaron por nuestra escuela de clowns, personas de todas las profesiones, de todas las edades, venidas de todas partes buscando eso que el clown te da: pasión, libertad, fuerza y encontrando también eso que el clown te quita: miedo, vergüenza, prejuicios, autolimitaciones.
Más de cien alumnos pasaron todas las evaluaciones y consiguieron entrar al equipo de Doctores Bolaroja. Algunos se quedaron un año, otros cinco, otros diez. Al lado de este maravilloso grupo de voluntarios logramos sostener las visitas hospitalarias semanales durante quince años con un nivel de calidad y compromiso que llamó la atención en el mundo.
En Bolaroja hicimos experimentos con los poderes del clown y con sus posibles aportes a la salud y al bienestar de las personas. Inventamos visitas musicales nocturnas hospitalarias para calmar los sueños de pacientes adultos en habitaciones compartidas, nos embarcamos en la aventura de organizar un Festival Internacional de Clown Comunitario durante diez años en la zona baja de Belén en Iquitos, participamos en un estudio científico que comprobó que la presencia de los clowns conseguía atenuar significativamente dolor en los niños durante procedimientos dolorosos, fuimos los primeros en salir a clownear a las calles de Lima por el simple placer de hacerlo, trajimos a más de treinta profesores extranjeros para ofrecerle a nuestros alumnos una amplia visión de las distintas formas de entender el clown… Bolaroja fue el lugar perfecto para inventar, probar y demostrar que el arte puede transformar el mundo en un lugar mejor.
Personalmente, el haber liderado durante quince años una organización que empezó desde cero y llegó hasta aquí, ha sido lo más valiente y hermoso que he hecho en toda mi vida. Bolaroja me llena de orgullo por el trabajo que hicimos como grupo para promover la importancia del bienestar emocional en la recuperación de los pacientes y también por todo lo que yo logré hacer en mi propio mundo, por todos los miedos que vencí y sigo venciendo gracias a Bolaroja.
Tengo en mi memoria las imágenes más emocionantes, tristes, felices, desgarradoras, crudas, esperanzadoras, aterradoras y mágicas que puedas imaginar. Y todas las valoro muchísimo porque me obligaron a abrir el corazón, a entender el mundo de otra manera, a crecer. Tengo miles de historias para contar y quiero tener más. Creo que una vez que uno empieza a hacer trabajo social es difícil detenerse, más aún cuando has descubierto que algo que amas hacer puede servir a más personas.
Bolaroja ha terminado. Trabajamos con pasión, calidad, ética, responsabilidad y compromiso por quince años, fue un aprendizaje constante que nos dejó a todos con una vida muy distinta a la que teníamos cuando la Bola nos impactó. Una vida mejor, más consciente.
Bolaroja terminó y solo queda despedirnos y agradecerles a ustedes su amorosa mirada, su ayuda tan necesaria, sus comentarios que nos alentaron y el cariño que siempre nos dieron.
Gracias
Wendy
Bola roja fue el proyecto mas humano que conoci, eres grande Wendy, gracias por tanto!!!
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